jueves, 24 de julio de 2008

El diablo y yo nos entendemos



El diablo y yo nos entendemos
como dos viejos amigos.
A veces se hace mi sombra,
va a todas partes conmigo.
Se me trepa a la nariz
y me la muerde
y la quiebra con sus dientes finos.
Cuando estoy en la ventana
me dice ¡brinca!
detras del oído.
Aquí en la cama se acuesta
a mis pies como un niño
y me ilumina el insomnio
con luces de artificio.
Nunca se está quieto.
Anda como un maldito,
como un loco, adivinando
cosas que no me digo.
Quién sabe qué gotas pone
en mis ojos, que me miro
a veces cara de diablo
cuando estoy distraído.
De vez en cuando me toma
los dedos mientras escribo.
Es raro y simple.
Parece a veces arrepentido.
El pobre no sabe nada
de sí mismo.
Cuando soy santo me pongo
a murmurarle al oído
y lo mareo y me desquito.
Pero después de todo
somos amigos
y tienen una ternura como un membrillo
y se siente solo el pobrecito.




- Jaime Sabines-

domingo, 27 de enero de 2008

Los reyes magos no existen

Tampoco los dioses, ni los demonios. Ni las madres buenas, los padres protectores, el monstruo del lago Ness , los policias responsables, los fantasmas, las brujas, los políticos honestos o el coco.

No, los escapularios y las medallitas no nos protegen contra accidentes(...)

(...) Las evidencias son incontrovertibles: la naturaleza abstracta de lo sobrenatural hace difícil probar su existencia - o su no existencia: de allí el éxito del mito de lo paranormal- pero es un hecho que en los casos de los niños muertos a agolpes la principal agresora es la madre. pocos policias hay que no tengan vinculos con el crimen organizado. Los politicos son el crimen organizado.

(...) Y sin embargo creemos. No sabemos: creemos. Vivimos abrazando mitos que, como a nuestros antepasados estereotípicamente cavernarios, nos permiten lidiar con el miedo a lo desconocido, con la aridez de la verdad, con la dureza de la vida. La gente puede vivir sin comida un par de semanas. ¿sin sueño? - y no me refiero a no dormir, sino a no soñar, sin actividad alucinatoria nocturna(...)


(...) de nuestras fantasías, privadas y colectivas, depende la vida, y éstas nos definen más y mejor que cualquiera otra forma de registro: si queremos leer el carácter nacional no hay qué buscar en la historia, sino en la fábula. En los mitos y las leyendas que forman el carácter de los pueblos. Es bueno, pues, mirarlos de vez en vez. Escudriñarlos para ver si así logramos mirarnos al espejo fiel de nuestros deseos, fortalezas y debilidades: dime quién es tu Dios y conoceré tus demonios.



Tomado del comentario editorial de la revista Replicarte n.13 por Roberta Garza.